domingo, 25 de mayo de 2014

Basuras al amanecer, Joaquín Gianuzzi.

Esta madrugada, en la calle
dominado por una especie
de curiosidad sociológica
hurgué con un palo en el mundo surrealista
de algunos tachos de basura.
Comprobé que las cosas no mueren sino que son asesinadas.
Vi ultrajados papeles, cascaras de fruta, vidrios
de color inédito, extraños y atormentados metales,
trapos, huesos, polvo, sustancias inexplicables
que rechazó la vida. Me llamó la atención
el torso de una muñeca con una mancha oscura,
una especie de muerte en un campo rosado.
Parece que la cultura consiste
en martirizar a fondo la materia y empujarla
a lo largo de un intestino implacable.
Hasta consuela pensar que ni el mismo excremento
puede ser obligado a abandonar el planeta.

miércoles, 26 de marzo de 2014

XXXIX, Alberto Szpunberg.

"Yo conocí el otoño", dirá alguien,
cuando en realidad querría decir:
"era otoño pero yo aún no sabía qué era otoño",
y aunque los días de marzo se parezcan demasiado a su propia tristeza,
nadie confundirá un cuerpo echado, descalzo, sobre la tierra,
con las hojas rojizas que lo cubren:
él fuma de cuclillas bajo las ramas despojadas,
y todos sus recuerdos caben ahora en una caja de zapatos,
ésta que abandona para siempre
en un lugar que pronto olvidará.
Alguien seguirá las huellas, encontrará la caja,
y, al sacudirla, sólo sonarán palabras,
huesos sin nombre que aún crepitan,
álamo herido junto al río incesante.

sábado, 1 de marzo de 2014

El destino que mira como espía del tiempo, Raúl González Tuñón.

Un espía del tiempo es el destino
-no el poeta, que éste es el gran espiado
y es, dijo Schiller, el que llegó tarde
a la Repartición de la Tierra.


Torre de Dios, Darío a su vez lo llamó,
pero desde su altura no hemos visto a Dios
ni en el Chaco Boreal de incendiados fortines
con olor a petróleo, a mariposas secas, a madres 

          que agotaron
las lágrimas y el grito
ni cuando silenciaron a los niños de Guernica
ni en la atroz agonía en los hornos de Auschwitz
ni entre el ruido y el humo del napalm en Vietnam.


Y ese espía del tiempo, en fin, conoce historia
como nadie, la sigue desde lejos; nadie desmentirá
cuando todo se ordene y llegue el gran balance
los testimonios que captaron sus miradas profundas
como pozos de sombra con estrellas,
como enterradas lámparas bajo barcos hundidos,
como voces más graves que el secreto remoto
de los stradivarius:
su enorme asombro y su perplejidad.

jueves, 13 de febrero de 2014

IX (fragmento de Eva Perón en la hoguera), Leónidas Lamborghini.

para mí los obreros:
en primer lugar. para mí los que estuvieron. los que cruzaron
viniendo. los que en columnas alegres. los que dispuestos.
los que a todo los que a morir. para mí los que en diagonales
avanzaron. los que hicieron callar. para mí los que todo el día
los que reclamaban. los que a gritos. los que encendieron:
los que hogueras.
para mí en primer lugar: todos los que: aquella noche.
para mí: todos los que antes.
todos los que ahora.
todos los que mañana.
todos los que: hogueras.
para mí los organizados. los obreros: ¡ellos son!
los que sostienen ¡ellos son!
todos los que antes todos los que ahora todos los que mañana.
el amor de mí.
la esperanza de mí.
para mí el pueblo: ¡ellos son!

jueves, 30 de enero de 2014

Los heraldos negros, César Vallejo.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido 

se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!

lunes, 20 de enero de 2014

El ocaso de los dioses, Paco Urondo.

No hay nadie en la calle, en los ruidos húmedos,
    en el vuelo de las hojas y mis pasos quieren
    reiniciar las maderas de la adolescencia. 

 
Pero todo está abandonado, no hay nada que
    pueda favorecernos; ningún aire de
    inconsciencia, ningún reino de libertad. Sólo
    hábitos tolerantes haciendo crujir nuestra
    memoria. "Ha estado bien", decimos.


Dueños del incendio, de la bondad del
    crepúsculo, de nuestro hacer, de nuestra
    música, del único amor incoherente; soberanos
    de esa calle donde los tactos y la impresión
    hicieron su universo.


Las sombras acarician aún sus veredas, tu mismo
    nombre y tu gesto son una forma nocturna que
    en esa constelación crece y sabe enrostrar
    nuestra culpa.


Y todo termina con una esperanza, con una
dilación - "ha estado bien"-, o en un bostezo,
o en otro lugar donde es menester el coraje.

miércoles, 15 de enero de 2014

El pájaro se desampara en su..., Juan Gelman.

el pájaro se desampara en su
vuelo/quiere olvidar las alas/
subir de la nada al vacío donde

será materia y se acuesta

como luz en el sol/es
lo que no es todavía/igual al sueño
del que viene y no sale/traza
la curva del amor con muerte/va

de la conciencia al mundo/se encadena
a los trabajos de su vez/retira
el dolor del dolor/dibuja

su claro delirio
con los ojos abiertos/canta
incompletamente